domingo, 23 de octubre de 2011
miércoles, 19 de octubre de 2011
martes, 16 de agosto de 2011
Las razones de la derrota o cómo seguir perdiendo en el análisis
Entre ayer y hoy
estuve atento, como hacía tiempo no lo estaba, a lo que sucedía en la
televisión. Es que “el suceso” fue tan impactante, que no quería perderme ni
una sola palabra, ni un solo gesto, de lo que pudiera producirse dentro de ese
esquema cerrado que es la mediatización de lo real, su construcción a través de
opiniones, intereses y fundamentos casi siempre similares. Lo que pude
percibir, luego de esta dichosa sobredosis, entre otras cosas (y quizá esto es
lo que más me ha llamado la atención y me provoca estas líneas) es que la
mayoría de los análisis, por no decir la totalidad, hablan de las causas de la
derrota que le propinó Cristina (iba a decir el gobierno, pero su figura me
seduce, no puedo evitarlo) a los candidatos de la oposición, enfocándose
específicamente en las características de los propios actores que conformaban
ese sedimento geológico que denominamos oposición y no tanto en las virtudes
del tándem ganador. Lo cual, en semejante diferencia, parece absurdo. Es como
si dijera: bueno, yo no le gano a Federer, en primer lugar, porque no estoy en
forma, hace años que no juego al tenis, estoy recién operado de los ligamentos
y, en segundo lugar, porque no supe elegir mi entrenador. No es que quiera
comparar situaciones ni pecar de soberbia (humildad ante todo, como nos
recomiendan), pero sucede que intento llevar todo esto al absurdo para
mostrarlo en su real dimensión.
Son 2 los ejes
sobre los que se sienta esa mirada del analista (que se muere por tocar…):
primero, que no supieron hacer las alianzas correctas y, segundo, que no
supieron comprender lo que el pueblo esperaba de ellos. Sobre esto, caben hacer
dos líneas de análisis: la primera es que no siempre la política es una
cuestión de formas. A veces sucede que las formas tienen mayor influencia, esto
es, que las alianzas partidarias, las alianzas de partidos con otros actores
con mayor poder que ellos, la construcción mediática de un candidato, etc.,
tienen un mayor peso por sobre el contenido: el mapa es más importante que el
territorio. Y, por otro lado, tampoco es cosa de que los candidatos vayan
virando para donde va el viento (esta cosa de no supieron comprender lo que quería el pueblo). Si el pueblo
quiere volver a los 90’ está claro que nosotros no vamos a cambiar nuestro
rumbo por eso, sino que vamos a pelear de acuerdo a nuestras convicciones. Vamos
a morir con las botas puestas, de eso no caben dudas. Pero como los opinólogos,
analistas políticos, periodistas, etc., no se manejan de esa forma y pueden
cambiar el tono de una crónica sólo porque la redacción así lo requiere,
entonces no comprenden esta dificultad de travestirse con los ropajes de la
ocasión. Ese punto muestra un problema del análisis y es aquel que tiene que
ver con la ineficacia de analizar la política con las reglas del mercado.
El otro punto de
análisis tiene que ver con algo muy distinto. Y es la incapacidad de percibir
que aquí no se deben buscar las causas de la derrota en las falencias de la
oposición, sino en la propia performance del gobierno. Es evidente muchachos,
que cuando alguien gana por una diferencia tan marcada y contundente, lo que
hay que ver es qué, de lo que hace cotidianamente, qué, de lo que cree de
manera irrenunciable, hizo posible esa diferencia. Hay que buscar dentro del
gobierno y no fuera de él; hay que buscar en Cristina y no en Duhalde-Alfonsín-Binner-R.Saa-Carrio.
Cuando te dan una paliza, como la que me puede dar Federer a mí, no deben
preguntarse qué hice mal, sino que deben hacer hincapié en todas las cosas que
hizo bien Federer. Cuando comprendan esa diferencia sustancial (y con esto no
quiero decir que no se haga un análisis al interior de los partidos que no
sacaron los votos que esperaban, por supuesto que ellos deben hacerlo, para
saber en qué pueden mejorar, eso es siempre recomendable), van a empezar a reconstruir
los lazos con la realidad que han ido perdiendo en todo este tiempo. Porque una
de las cosas que aquí se ha hecho visible es la ruptura del medio como medio. Es decir: si se le
dice medio es porque oficiaba entre una realidad bruta y un espectador. Lo que
hacían era mediar entre ambos y producir una realidad neta. Pues bien, lo que
el domingo nos deja de corolario, es que el pueblo (la gente, los ciudadanos,
etc.) ha encontrado la forma de netear
su propia realidad; la han tomado en estado bruto y han conseguido edificar sus
propios relatos con el mínimo de mediaciones externas. Ese ha sido un triunfo
histórico. Un triunfo de la política. Porque, al fin y al cabo, las causas de
la derrota, son políticas. Y Volviendo a
la política es como se debe llamar el juego al que, estimados, deberían
empezar a jugar.
domingo, 14 de agosto de 2011
sábado, 12 de marzo de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)