miércoles, 27 de octubre de 2010

Tristeza y Alegría

Tengo ganas de escribir. De otras tantas cosas también, pero sobre todo de escribir. Y de compartir. Tengo también una sensación encontrada, casi hasta contradictoria aunque profundamente enlazada. Es una sensación que vive en mis entrañas y late y respira. Es una sensación de tristeza por el que ya no está, pero de profunda alegría por aquéllo que dejó quien ya no está. Pero también esa alegría, debo reconocerlo, es una alegría egoísta. Es que nunca pensé que iba a llorar la muerte de un político, de alguien que formara parte de lo que llamamos “la clase dirigente”; y siento que ese llanto me ha demostrado que estoy vivo, que todavía puedo soñar, creer, sentirme parte de algo mucho más grande e intenso que mi “yo mismo”.

Hace un rato escribí en twitter que la última vez que había llorado así fue cuando murió mi viejo. Me salió de repente y quizá no lo debiera haber dicho así nomás. Es que me resultó incontenible, necesitaba decirlo, no tanto por lo que decía de mi, sino más bien por lo que decía de él, por lo que significaba para mí y para tantos otros de mi generación, la que nació en el 76'. Es que decir estas cosas ya no habla tanto de nosotros: habla más bien del sujeto de nuestras palabras. Nuestras referencias quedan desdibujadas, como a la sombra. Y estoy feliz de que así sea.

Quienes consideramos que la política es aquello que atraviesa de cabo a rabo una vida hoy compartimos esa sensación agridulce de tristeza y alegría. En cambio, aquéllos que no entienden nada de la vida hoy festejan la muerte. También esto es hablar un poco de las dos argentinas.

Podremos (entre nosotros, digo, los kirchneristas y los no kirchneristas) discutir una y mil veces cuál de todas las políticas públicas estuvo mejor y cual no lo estuvo. Podremos tener diferencias profundas sobre lo que hacía falta y sobre lo que se había hecho. Podremos, en definitiva, tener una discusión eterna sobre la Gestión de la cosa pública. Pero lo más interesante es que hace tiempo que dejamos de discutir la gestión para empezar a discutir de política, a pesar de que muchos no se daban cuenta de lo que hacían.

Creo que eso es un legado que hoy nos han ofrendado. No somos nosotros quienes honramos a quien ya no está, sino que somos nosotros honrados por aquél que vivió en nuestro tiempo. Tristeza y alegría, tristeza y alegría. Espero que estemos a la altura para lo que viene, esa será la única manera que tendremos de honrarte. 

Gracias Néstor, te vamos a extrañar

miércoles, 6 de octubre de 2010

Mercedinos al palo

Uno es consciente a esta altura que el medio, cualquiera sea, tiene sus propias instrucciones de uso. Es ingenuo pensar que una herramienta es neutral: si un martillo es utilizado por el carpintero es una cosa, en cambio dénle un martillo a un niño y seguramente pensará que todo debe ser martillado. Por ende, es bueno pensar que uno puede utilizar herramientas para determinado fin pero siempre teniendo en cuenta que esas herramientas, en la medida en que las utilizamos, producen algún cambio en nosotros y en las prácticas que realizamos.

Con la televisión pasa algo así. Están los que valoran su eficacia para transmitir información y los que, justamente, la critican por desinformar. Más saludable sería pensar en cambio que en su complejidad coexisten ambas posibilidades y que, si bien el medio nos impone ciertas reglas de uso, también estas pueden ser doblegadas para decir algo que, en principio, no estaba previsto.

Así pasó el día de ayer en el programa "Otro Tema" de Santo Biasatti. La discusión era sobre el proyecto por el nuevo servicio militar tan mentado por el inescrupoloso e ineficiente Julio Cobos. Como nota color del debate, el Programa había invitado a un grupo de compañeros mercedinos que estaban "haciendo algunas prácticas sociales" en un barrio carenciado de la ciudad de Mercedes, Buenos Aires. Lo que no se esperaba Biasatti (pobre el agente de producción que tuvo la idea de invitar a estos "pibes") era que estos compañeros iban a bajar tremendo discurso!! Cuando seguramente lo que esperaba era un cuentito lavado sobre cómo los pibes hacen lo que el Estado no, se encontró con que esos pibes tenían bien en claro que sus actividades se encontraban enmarcadas en una política nacional y que la posibilidad de que creciera tanto cuantitativa como cualitativamente no dependía de simple voluntarismo sino de creer y comprometerse con el destino de esas políticas.

Vuelvo a decir: tremendo discurso el del compañero Juan Ustarroz. Cuando la palabra es recobrada, cuando la voz es recuperada, no hay espacio ni medio en donde el silencio pueda acallar la contundencia de los hechos. A diferencia de lo que dice Biasatti al final de la entrevista: "los felicito más por lo que hacen que por la entrevista", hay que decir: "los felicitamos, no sólo por lo que hacen, sino también por lo que piensan sobre aquéllo que hacen". Esto es parte de una nueva conciencia que la militancia tiene sobre la comunicación. Esto es un indicio más del saludable camino que hemos emprendido, como dice otro compañero, "a paso de vencedores".

Dejo el video, seguramente mucho más interesante que este prólogo ensayado.

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