viernes, 4 de junio de 2010

8 Tesis sobre los Reventados

Sigo con mi hipótesis enunciada –implícitamente- en el anterior post: “El reventado, como una forma de ser, es la que triunfó en el ciclo 1974/2008”. Hoy, la madre de todas las batallas no es contra un grupo en particular sino contra una forma de entender y hacer el mundo. La forma en que hacemos política (a corto plazo), la forma en que se presentan las nuevas condiciones del trabajo (flexibilidad), la forma en que construimos nuestro relato (sin memoria colectiva).

Van aquí las 8 tesis sobre el reventado. Una primera forma de acercamiento:

I. Su única ley es la del instante, la de la oportunidad

El reventado no tiene una estrategia ni planifica un esquema de operaciones; el reventado está agazapado como un cazador furtivo, al acecho de su presa, “la oportunidad”. Tiene poco tiempo para apresarla y hacerla suya, de modo que sus movimientos son rápidos. El reventado gana en velocidad, “te copa la parada”. Hace de su falta de equipaje una virtud que le permite primeriarte la ocasión

II. El reventado no tiene ideología

Para el reventado la ideología es un equipaje pesado, que te propone un modelo de pensamiento siempre rígido al que vos aggiornás a la realidad. En cambio, el reventado no quiere aggiornar la realidad a ningún pensamiento sino, él es flexible, se acomoda a cualquier situación de manera tal de poder sacar ventaja. El reventado no quiere estar atado a nada que le quiete velocidad. Hay que tener siempre presente que su Ley es la del instante

III. Su mundo es el del “corto plazo”

No existe el “largo plazo” en el ideario del reventado. Pensar en esos términos requiere de un compromiso a futuro, de la búsqueda de objetivos que no se encuentran al alcance de la mano. En cambio, en el “corto plazo” del reventado todo es para aquí y ahora, el objetivo es ya.

IV. El reventado desdeña de la memoria

Toda memoria se compone de un relato, de un conjunto de costumbres, de una identidad de larga duración que el sujeto elabora en función de lo que le ha sucedido en la vida, pero siempre con un denominador común, con rasgos que la identifican sobre cualquier otro relato. El reventado, en cambio, es una suma de episodios y fragmentos cuya única conexión es la posición que se ocupa en el tablero en el momento de la oportunidad (haber estado en el lugar correcto, en el momento correcto).

V. El reventado no conoce la lealtad ni el compromiso

Tanto uno como el otro se establecen en relaciones duraderas, en la búsqueda de objetivos comunes. Uno no puede comprometerse con la contingencia del instante y la lealtad es, para el reventado, tan restrictiva como la ideología y la memoria. Son como el sobretodo en un día de calor: le pesan, no le sirven, no se puede mover con comodidad. Su equipaje es liviano, en su mochila lleva lo imprescindible, un cepillo de dientes y una muda de ropa

VI. El reventado prioriza las elecciones individuales por sobre los proyectos y acciones colectivas

Al ser el instante su única Ley, no tener ideología, vivir en un mundo cortoplacista, sin memoria, ni lealtad ni compromiso, es evidente que los proyectos colectivos son una pérdida de tiempo. Son una barrera a franquear, un obstáculo que le puede impedir cazar su presa en el único momento en que ésta asoma su cabeza entre los matorrales. La elección debe ser individual, no estar atada a nada ni nadie

VII. Sus armas son la velocidad y la flexibilidad

El reventado es liviano como una pluma y flexible como un chicle. Se estira y se moldea. Su campo de operaciones es el de la incertidumbre. Ahí se siente como en casa. Cuenta con una cartera llena de tretas y sus tácticas son irregulares. Su único plan es ser rápido y certero en la primera oportunidad que se le presente. Tiene una gran creatividad, puesto que debe resolver una encrucijada en cuestión de segundos.

VIII. El modelo de razonamiento del reventado es el de la metis

Aquí nos ponemos más teóricos. La metis es una “categoría mental”, no una noción, que se utilizaba en la Grecia antigua para diferenciar una forma de comprender, una forma de razonar, con diferentes parámetros, no tan lógicos y matemáticos como los que conocemos los occidentales. Marcel Detienne y Jean Pierre Vernant han escrito un libro al respecto, Las artimañas de la inteligencia, en el cual nos dicen: La metis es una forma de inteligencia y pensamiento, un modo de conocer. Implica un conjunto complejo, pero muy coherente, de actitudes mentales y de comportamientos intelectuales que combinan el olfato, la sagacidad, la previsión, la flexibilidad de espíritu y la simulación, la habilidad para zafarse de los problemas, la atención vigilante, el sentido de la oportunidad, habilidades diversas y una experiencia largamente adquirida. Se aplica a realidades fugaces, movedizas, desconcertantes y ambiguas, que no se prestan a la medida precisa, al cálculo exacto o al razonamiento riguroso”. El reventado es cien por ciento pura metis.

Todos tenemos algo de reventados en nuestra propia herencia. “La nostalgia del 1 a 1”, como me dijo un amigo. Siempre resulta más fácil luchar contra otro y, mucho mejor, si ese otro es pasible de delimitar. Uno a uno, como en el barrio. A las trompadas. Mucho más difícil es luchar contra la niebla, más aún si es parte de uno mismo.

Sigo pensando que estamos a mitad de camino entre dos épocas, entre el duelo y el parto. En pleno quilombo. Nunca me he sentido mejor.

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