martes, 1 de junio de 2010

La decadencia de los reventados o cómo decir algo de los 90'



Como dijo Desiderio, perdimos los radicales pero ganamos los peronistas (...)

Siempre al costado Vitaca, uno tiene que subirse al carro y chau.

Si no te hacen lugar, hacételo de prepo, heróico,

como Tarzán, en pelotas y a los gritos

Jorge Asís, Los Reventados (1974)


En un excelente post se planteó la siguiente pregunta: ¿cuándo terminaron los 90’?. De por sí ya es una pregunta que condiciona, en cierta medida, la respuesta, ya que da por sentado que terminaron y sólo falta ponerle una fecha. La pregunta debería ser, por ende, doble: ¿terminaron los años 90’? Y si la respuesta es afirmativa, ¿cuándo terminaron? Sin embargo, esto no me termina de cerrar. Creo que hay una pregunta previa que es necesario contestar (o al menos intentar tener una aproximación a una respuesta que nos permita avanzar) para poder responder éstas dos. A saber: ¿qué decimos cuando hablamos de los 90’, qué significan realmente para nosotros?

En pocas palabras, creo que los 90’ son el ascenso al poder de “los reventados”. La culminación de un ciclo que comienza a principios de la década de los 70’, alcanza su cumbre más alta a mediados de la década de los 90’ y de ahí comienza un descenso sinuoso y calmo hasta la picada final y apresurada en donde choca, abruptamente, contra una realidad hostil que dejó de vivar el ideario reventado, para comenzar a preguntarse y ahora qué hacemos. Esto es: el 19 y 20 de diciembre de 2001. El umbral entre este final y una nueva época que todavía debe ser pensada y que reclama a gritos los conceptos para ello, es el que va de diciembre de 2001 a mayo de 2003 (25 de mayo de 2003 para ser más precisos).

Pues bien, ¿qué son los reventados?, se preguntarán. Y ¿por qué este ciclo de casi 30 años? Los Reventados es una novela de Jorge Asís (el reventado por excelencia) publicada en el año 1974. En el especial año de 1974 que, según la memoria estadística de este país, es el año con menor desocupación, menor pobreza y cero indigencia de nuestra historia. Es decir un año de pleno empleo, de producción, de consumo. Después veremos qué significa esto en el ciclo reventado. Volviendo a la novela: ésta cuenta la historia de un grupo de personajes que intentan “salvarse” vendiendo póster de Perón en el día de su regreso –truncado- a Ezeiza. En el inicio de la novela se nos dice claramente qué son los reventados: “Reventados (sin un peso en las faltriqueras, sin siquiera poder salir a la calle, eternamente en la oficina fumando los cigarrillos que la noviecita de Willy les había obsequiado la noche anterior, mirándose, deletreando ocasionalmente algunas palabras tal vez salvadoras, algunas ideas que los rescataran del precipicio, esbozando alguna posibilidad de salvación, las posibilidades más delirantes, una revista sobre magia, algo sobre el prode, una campaña de publicidad), Willy y Cristóbal pasaban las horas”. O: “... uno siempre vive a la deriva, dispuesto, preparado para salvarse”.

Los reventados son los cazadores furtivos al acecho de la presa, del instante fugaz que corresponde a toda oportunidad. Siempre dispuesto a pegar el zarpaso para salvarse. Hay un sentido del olfato, una agudización de la vista. No hay un pensamiento racional que lo sustente ni un programa, tampoco una ideología, hay más bien un pensamiento corporal, instintivo. Una astucia.

Creo que para comprender este ciclo de ascensión del reventado, lo mejor es interrogar el derrotero del propio Asís. Veamos: Jorgito comienza su militancia política en el PC. Esta novela que hoy estamos tratando es publicada por la revista Crisis (una de las mejores revistas que tuvo el país, sino la mejor). Obtuvo además la Primera Mención del concurso de Casa de las Américas de 1974 (un premio que tuvo, entre otros, el gran David Viñas). A partir del año 76’ comienza a ser parte del Diario Clarín. Como un reventado sin ánimo de esconder ningún amague, nos dice que le dicen: “Tenés que ser el orificio por donde respira el diario, el Clarín”. Casi con claridad, y está contado en otro libro mío, Diario de la Argentina, me dicen: “Nosotros estamos con el proceso militar en lo político pero estamos en contra del equipo económico Martínez de Hoz”. En aquel tiempo estaban los desarrollistas, frigeristas, con el control ideológico de Clarín, todo lo que sea crítica a la cuestión económica era bastante bienvenido porque el desarrollismo aspiraba a quedarse con la parte económica del proceso. Todas estas cosas, que yo las entiendo después, pero en ese momento, para mí era un laburo que me salvaba. (la cursiva es mía). Ya en 1984, en plena fama gracias a Flores robadas... escribe su novela sobre Clarín (Diario de la Argentina) en la cual rompe directamente con el Diario y a partir de ahí empieza su época de ostracismo hasta que finalmente, como en un manotazo de ahogado digno de un reventado con todas las letras, se “reconvierte a la política”: “Pero con la política –nos dice–, en muy poco tiempo, otra vez otro gran salto mío, termino como Su Excelencia en París”.

De militante del PC, premiado en Casa de las Amércias, Cuba, a embajador en París y Secretario de Cultura con Menem. Este viaje más que interesante es una expresión, un reflejo concentrado, del ciclo de ascensión del reventado al poder en la Argentina.

A través de esta sucinta síntesis he intentado dar una respuesta a lo que creo yo que simbolizan los 90 como época. Una época signada por fuertes variables políticas y económicas pero también culturales. Que se inicia en un momento donde el país está muy bien económicamente, donde se comienza a concretar la vuelta de Perón y donde la cultura pop está en pleno auge. De ahí en más: Dictadura, la bicicleta, la vuelta a la democracia, la Coordinadora, los Capitanes de la Industria, Clarín siendo más que un Diario, la híper, Menem (el pico más alto del ciclo), Clarín ya siendo el gran multimedia, y la Alianza. Todo eso termina de explotar en diciembre de 2001.

¿Terminaron entonces los 90’? Yo creo que sí. Aunque no creo que el reventado haya conocido todavía su ocaso. Estimo que esa posibilidad todavía es remota, ya que mantiene sus raíces muy hundidas en la tierra. Tardará un tiempo estimable en diluirse como una helada braza. Sin embargo, creo que ya ésta figura no gobierna, por la simple razón que los canales de discusión y de acción antes obturados han comenzado a perder toda la mugre que no los dejaba fluir. Si el umbral que separa una época de otra lo ubico entre diciembre de 2001 y mayo de 2003, me parece que junio de 2008 es la fecha en que esta nueva época, todavía por ser transitada y pensada, comienza a tomar forma. A partir de la derrota el kirchnerimo, se me ocurre, encontró su propia identidad. Y en esa identidad, el reventado ya no tiene lugar: no porque se haya dejado de jugar por todo o nada (eso está más vivo que nunca) sino porque los objetivos de ese todo o nada, han cambiado radicalmente.

3 comentarios:

  1. Es muy bueno el análisis. Como habrás visto en el blog de Martín Rodriguez, yo coincido en lineas generales con lo que decís pero no creo que el 2001 sea la etapa del cambio sinó la etapa del estallido, de crisis, no muy diferente de la crisis del '89. El resultado de esa crisis es el 2003, pero la caída de ficha creo que es con la llegada de Cristina, y fundamentalmente con la 125. Es todo un proceso gradual y admite varias lecturas, lo que queda claro es que los '90 no empezaron en el '89, creo que en eso estamos todos mas o menos de acuerdo. La pregunta es si terminaron en el 2001, el 2003 o el 2008 en todo caso. Y si culturalmente terminaron o no.
    Saludosss.

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  2. Martín, mirá que yo también planteo que el 2001 es la parte en donde todo estalla. En eso estamos de acuerdo. Lo que digo es que hay un umbral, que va desde diciembre de 2001 a mayo de 2003 en donde se empieza a cocinar un cambio de época. Entre 2003 y 2007 se empiezan a ver algunas pinceladas de las opciones que trae esta nueva época. Y ya creo que a partir de junio de 2008, en la derrota, esa época se empieza a volver más concreta, esas pinceladas empiezan a mostrar una figura y comenzamos a ver parte del cuadro (al que, por supuesto, todavía le falta tiempo).
    Es muy fuerte decir que una época termina cuando otra comienza, a pesar de que la lógica nos oriente a convalidar ese enunciado. Yo creo más bien que hay un período en que ambas conviven: la convaleciente y la incipiente. En esa convivencia todo es vivido como una especie de deriva y en la tormenta. Sin puerto en el horizonte y todos peleando por el timón. Hay una novela excelente de John Crowley, "Amor y sueño", que describe justamente el paso de una época a la otra, en donde el personaje principal se pregunta "¿qué cosa que heredamos del pasado es lo que todavía retiene los poderes que antaño poseía?". Esta es una pregunta (u7na pregunta decididamente política) más que válida para lo que estamos pensando: ¿qué, de aquel ciclo, sigue vigente en este presente impidiendo que aflore la identidad real de este nuevo tiempo?
    Yo creo, como lo dije en otro post sobre Walsh, que este nuevo tiempo está dado básicamente por el hecho de que su Carta a la Junta ha dejado de ser un documento del pasado, un testimonio sobre aquel pasado, para comenzar a ser un documento del presente: un Programa a seguir. En el momento en que el testimonio de la Carta deja de ser una denuncia y pasa a ser un esquema de emancipación, es porque una nueva época, a pesar de todo lo que perviva del pasado en ella, empieza a volverse deseable, posible y concreta.
    Abrazo

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  3. Creo que como todo proceso histórico es imposible determinar una fecha exacta, pero los noventa empezaron en los 70 cuando gana lugar la derecha peronista, y de ahí en más es casi una "sucesión de hechos bochornosos" que termina con los K, al menos políticamente hablando. Pero culturalmente es mucho más difícil de determinar, lo cultural es el conjunto de formas, maneras, costumbres, tradiciones, implícitas o explicitas, que tiene una sociedad. Pero si lo entendemos además como la manifestación de las relaciones de producción, es evidente que todavía hoy persisten manifestaciones de la cultura de los 90, de la ideología que esa cultura manifiesta. Es un proceso lento, que por supuesto esta cambiando, es evidente. En estos últimos años, hubo ya varias manifestaciones de eso. Me parece que el último ejemplo fueron los festejos del Bicentenario, no solo por el festejo en sí, sino por lo que representó en cada uno de los que fuimos parte del mismo.

    Me parece que todavía estamos transitando una etapa de "grises", los grises que significan e implican los cambios, culturales, políticos y/o económicos. Las fechas exactas son imposibles de determinar, porque seguramente no vamos a coincidir, es demasiado subjetivo por lo que significa cambiar...Sin embargo creo que los rezagos del pasado, se manifiestan más claramente en cuestiones puntuales a nivel sociedad, y más sutilmente a nivel individual. La historia es una red que se va entretejiendo, y necesita de un pasado común que sea entendido como tal. Algo que ya pasó, que quede claro eso me parece que es importante. No importa la fecha, pero terminó y hay que trabajar en consecuencia, ejerciendo algo así como una vigilancia constante sobre ese punto, sobre los noventa, para construir de alguna manera distinta, seguro, lo que viene.

    Saludos,

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